El exfutbolista inglés Wayne Rooney confesó sus problemas con el alcohol y aseguró que sin el apoyo de su esposa Coleen estaría muerto. El ídolo del Manchester United reconoció que durante su carrera llegó a excesos que marcaron su vida personal y profesional.
Rooney reconoció que le gustaba salir y beber con sus amigos durante sus días como profesional, pero que llegó un punto en que fue “demasiado lejos”. “Fue un momento de mi vida en el que lo estaba pasando muy mal. Pero no quería contárselo a nadie, no quería poner esa presión en nadie. Recuerdo que llegaba al entrenamiento, me ponía colirio (gotas en los ojos) y comía chicle porque venía dos días de estar bebiendo seguidos. Entrenaba y en el fin de semana marcaba un par de goles y volvía a hacer lo mismo, salir dos días seguidos”, aseguró Rooney.
Preguntado sobre quién le ayudó a controlar esa situación, Rooney respondió que fue Coleen, su esposa, a la que conoció en la infancia y con la que se casó y tuvo hijos. “Me encantaba el fútbol, pero también me gustaba salir. Ella lo vivió desde muy pronto y me intentaba controlar, bueno, no controlar, pero ayudarme mucho. Yo necesitaba que alguien me dirigiera. Si ella no hubiera estado ahí, estaría muerto”, manifestó el inglés.
Finalmente, Rooney remarcó: “He cometido errores en el pasado, pero soy diferente y ella ha conseguido mantenerme en el buen camino durante 20 años”.